jueves, 3 de marzo de 2016


 


     Decía el ilustre novelista Eduardo Galeano, 'los goles se los hacen al equipo, pero el vencido es el portero'. La posición de portero es la más singular de un equipo, la más específica (el único que puede jugar con manos y pies), en la que debe de tomar decisiones en décimas de segundo y sus errores se magnifican por ser el último baluarte del once. El guardameta que no comete errores es aquel que no arriesga nada.

     Muchos intelectuales que en sus años mozos jugaron al fútbol lo hicieron bajo los tres palos. Camilo José Cela, García Marqués, Miguel Delibes o el escultor Chillida. Pablo Neruda jugó en el centro del campo y el productor cinematogràfico Elías Querejeta jugaría de medio en la Real Sociedad durante cinco temporadas en primera y segunda. 

  Rafael Alberti que también probó fortuna como arquero le dedicó un poema épico a Platko, el portero hungaro que en los años veinte jugaría con el Barça.  Aquí les dejo una estrofa de la Oda al meta blaugrana el año 1928

Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin plumas,
escalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.
¡ Y todo por ti, Platko,
rubio Platko de Hungría !




    Si hoy hablo de los porteros es para referirme a Alberto Varo, el portero que debutó en Segunda frente al Valladolid defendiendo la camiseta del Nàstic. A lo largo de los cien años de vida de la sección de fútbol 106 porteros han defendido la portería grana de los cuales solamente 10 eran nacidos en la ciudad (Palau, Boronat, Alujas, Gasulla, Vallvé, Del Amo, Calduch, Fonoll, Tirado y Alberto Varo. Y ninguno lo tuvo fácil, la mayoría interpretaron el papel de suplente.

    Varo es un portero joven, 22 años, con una planta impresionante, muy seguro, firme y flexible bajo la portería, potente y arriesgado en las salidas y con un don especial para atajar los penaltis. En la Pobla ha certificado actuaciones que rayaban en lo imposible y se acreditó como uno de los mejores porteros en su categoría. El domingo tuvo la desgracia de que el césped estuviera resbaladizo, que se le escapara el balón controlado en un principio y que para colmo el esférico diera en la tibia de Molina y asistiera de manera involuntaria a Renella para empatar el partido.

    Tranqui, Varo, tranqui, que quienes te venimos siguiendo sabemos de tus condiciones y de tu fortaleza para salir adelante. Tienes un futuro al que solamente tu le puedes poner límite. A seguir. No quieras ser como los demás, haz que los demás quieran ser como tu.
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2 comentarios

Es un máquina :)

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